miércoles, 21 de diciembre de 2011

Arquitectura de temporada

Texto: G.Wyman. Fotos: Laszlo E.
 



Hoy empieza el invierno.

Un día tan frío merece un artículo estival. Igual que existe la canción del verano, también hay arquitectura del verano; la diferencia es que, mientras la primera es cargante e insustancial —La Barbacoa—, la segunda no tiene por qué serlo. Simplemente está enfocada a una estación en concreto, pensada para un periodo del año en el que luce mejor y con cuyo espíritu entona más, mientras que se abandona lánguidamente durante el resto del ciclo.

Dónde encontrarla, muy fácil: No importa lo que hagan por evitarlo, el Levante se verá siempre a través del filtro playero, especialmente para todos los foráneos. No se puede concebir allí otra arquitectura. Practicar una diferente sería un error, un atentado contra eso que se llama contexto, el tan mencionado entorno… Sólo es posible la Arquitectura de temporada.





Entonces ¿qué sucede allí el resto del año? Don’t ask, don’t tell. El Levante no existe si no es verano. No ES, si no bajo los rayos achicharrantes del sol, de la misma manera que tampoco hay Pirineos fuera del invierno. Lo que suceda en el exterior de ese paréntesis (o dentro) constituye un enigma, una paradoja, un oxímoron.

Las temporadas se concretan en colecciones, véase la moda textil: Arquitectura de manga corta, de sombrilla bajo el brazo y bolso de playa. De arena en las sandalias. Chiringuitos y cervezas. Y guiris.

¿Se lo imaginan hoy? Esperar aquí el tranvía, con el aire que debe de filtrarse por los agujeritos…

¡Qué frío!

miércoles, 30 de noviembre de 2011

Saciedad ilimitada

Texto: G.Wyman. Fotos: Laszlo E.
 



Lo malo de colaborar en un blog subvencionado y cobrar 4.500 euros —por cabeza— por artículo publicado, como nos sucede a Laszlo y a mí aquí, es que a veces hay que cumplir objetivos de planificación y tocar temas periféricos a nuestro programa. Por fortuna, no es el caso de este post, que haríamos con el mismo interés y cuidado aunque fuese gratis.

Sin embargo, precisamente en ese hueco está instalado el presente: entre lo amateur y lo empresarial.

Cuando uno piensa en El Corte Inglés®, no se imagina a la mayor empresa de arquitectura del país, sino a esos almacenes que lo mismo te venden un torero de porcelana que un abrigo de visón… y en la sección de señoras aproveche los últimos días de oro ¡tres bragas por un euro! Pero uno está equivocado porque, efectivamente, El Corte Inglés® es la empresa no constructora que más metros cuadrados edifica en España. Tiene su propio departamento de arquitectura (ejem), delegaciones de todas las grandes constructoras del país ofertando para ellos, un desarrollo específico y a medida del programa de CAD Micro Station®, línea directa con los despachos de los alcald… en fin, esto era un blog subvencionado ¿recuerdan?, queremos que continúe siéndolo.




La labor constructora de El Corte Inglés® representa en España® el modelo de las grandes corporaciones cuyo objeto social es la arquitectura (ejem), más frecuente en otros países. Hay que admitir que aquí vivíamos una ficción de pequeños estudios artesanales sin proyección comercial que perduraban, mitad pundonor mitad por una coyuntura extraña y un tanto aislacionista, en un panorama de utopía profesional. Pero poco a poco los grandes trasatlánticos de la arquitectura (ejem, ejem) están empezando a atracar en nuestros puertos y a atracar nuestros intereses.

El dilema no resuelto es si estas corporaciones son capaces de construir arquitectura de verdad, algo que, paradójicamente, solían suministrar los pequeños estudios.

Un duelo entre estos dos púgiles desiguales puede presenciarse en Madrid, en la plaza-aparcamiento de la esquina de Raimundo Fdz. Villaverde y Castellana.

En un extremo: la Torre BBVA, de Sáenz de Oiza.
Encarnación del modelo profesional de ayer, el artesano heroico en lucha contra los elementos, preocupado por materializar su concepción del trabajo de arquitecto. Una obra personalista, preocupada por el detalle, interesada en ofrecer su reflexión de la disciplina. Un ejemplo de arquitectura, en definitiva.

vs

En el otro extremo: la nueva Torre de El Corte Inglés®.
El modelo de la gran franquicia global que construye contenedores sin pensar más allá del cumplimiento de unos principios burocráticos. Decisiones adoptadas en el despacho equivocado. Consejos de Dirección a cargo de edificios. Obras convertidas en cronogramas de colores y hojas de Excel®. Visitas de obra por Power Point®. Edificabilidades multiplicadas milagrosamente y licencias de ocupación obtenidas sin finalizar la construcción. En fin, disciplina mercantil.





La distancia entre este engendro y otras obras de verdad como los Laboratorios Johnson Wax (Frank Lloyd Wright), el Edificio Chrysler (William Van Alen) o el Epicentro Prada Aoyama (Herzog & De Meuron) es la que existe entre contratar a un profesional independiente con una mirada personal y ajena a las contingencias del cliente, ideas con sustancia y planteamientos propios de la arquitectura… o extraer el proyecto de las entrañas grises y burocráticas de la propia corporación.

Pero en este caso, que se pretendía fidelidad a la imagen de marca, el trabajo es más que satisfactorio y las señas de identidad de la caspa casa, están muy logradas.



jueves, 24 de noviembre de 2011

Fuera de servicio

Texto: G.Wyman. Fotos: "old" Laszlo E.

 

Se fecha en 1854 la aparición del ascensor moderno tal como lo concebimos hoy, de la mano de Otis. Más de 150 años después permanece como un acontecimiento en cada edificio, a pesar de haber perdido ya el aura de ingenio. Su papel para capacitar resulta indispensable y, muestra de ello, nada de lo que se construye hoy prescinde de su servicio.

En el tiempo triunfal de la tecnología y la ingeniería el ascensor representó el progreso, y su concurso fue definitivo para posibilitar nuevos tipos edificatorios como el rascacielos. Las arquitecturas funcionalistas de principios del siglo XX lo adoptaron con gusto pues ayudaba a reforzar su credo, y llegó para quedarse. Primero formando pareja con la escalera —y después sustituyéndola— se apropió de la médula del edificio, su baricentro de comunicación: toda la planta se organizaba para el ascensor. Los años terminaron por asimilarlo como un ingrediente más del edificio, sin un estatus especial pero como una presencia ineludible. Y hoy ya nadie repara en él a la hora de proyectar, aunque curiosamente es lo primero por lo que pregunta el usuario y su avería lo que más quejas desata.




La época que se resiste a desaparecer está más preocupada por otros conceptos semánticos de la arquitectura expresados exclusivamente por su envoltura: todos los valores condensados en su corteza (silueta y cerramiento). El aprecio excesivo por las ocurrencias, disparates en muchos casos, por proponer la última novedad en este sentido ha dejado desatendido antiguos episodios de interés (tan nimios como… ¡todo el interior del edificio!) en los que no se ha progresado casi.

Edificios como globos; nadie se preocupa por el gas que los rellena, sólo por sus formas y colores. Rem Koolhaas: «La arquitectura actual es demasiado exuberante y extravagante. Me parece que en los últimos 4 o 5 años hay un carácter exagerado en la arquitectura, así que [ahora] estoy intentando centrarme más en su “performance” que en su forma».




Pero ¿qué sucede cuando las promesas de un edificio de hoy no recaban más que la indiferencia; cuando un artilugio de hace 150 años roba todo el protagonismo a esta arquitectura, la del espectáculo?

Hablamos del Museo Reina Sofía. Tras 20 años de funcionamiento sus ascensores panorámicos todavía constituyen la mayor atracción para el público, por delante de las propias exposiciones, la colección, el Guernica y (por supuesto) la ampliación de Jean Nouvel.




Y lo que despierta ese aprecio es la propia experiencia de viajar en ellos. Cualquiera puede comprobar que los rostros y expresiones emocionadas de los que suben y bajan flotando raudos en su interior no tiene equivalencia frente a ninguna pieza de las exposiciones. Es una emoción primaria, instintiva, mucho más intensa que cualquier otra filtrada por el conocimiento. Y he ahí la grandeza de este elemento del museo: su valor está ligado precisamente al desempeño más banal que puede existir, pura función, la comunicación entre plantas. Un servicio, en definitiva.

Sí, los ascensores. Después de 20 años. Tras la imparable evolución de la construcción y el progreso de la tecnología, los ascensores. Cuando ya hemos conocido ejemplos más sofisticados, soluciones más avanzadas... todavía los ascensores. En ocasiones, lo más llamativo no responde a fórmulas de invención, sino a sencillos mecanismos bien elegidos. Un niño se divierte más con la pelota de papel arrugada que con el sofisticado juguete que envolvía. Rafael Moneo: «Que la invención deba ser el interés primero de un proyecto de arquitectura es poco menos que un axioma hoy».




Tal vez sea necio valorar exclusivamente la talla que tiene de original la arquitectura, puesto que no se aproxima a la realidad de nuestro mundo. O que hayamos jubilado demasiado pronto algunas inquietudes que todavía continúan muy presentes, aunque ya sólo como telón de fondo inevitable más que como cuerpo central del discurso.

Desempolvémoslas.

Nos adentramos en una época de nuevos valores, donde se recuperarán sendas que fueron desbrozadas pero que ha vuelto a ocultar la maleza.

Ya no es funcionalismo, es performance



martes, 8 de noviembre de 2011

Las mejores intenciones

Texto: G.Wyman. Fotos: Laszlo E.



 


El ejemplo de acceso fulgurante a la profesión más llamativo de la última hornada de arquitectos madrileños: un concurso internacional de gran envergadura ganado por un estudio local, pequeño, desconocido… aquello fue una ventana a la esperanza.

Años después no se puede hablar exactamente de bluff —los componentes de aquel estudio están asentados en la clase media de la profesión— pero tampoco se han cumplido las predicciones mesiánicas que muchos aventuraron. Transcurrido el tiempo suficiente para construir una opinión desprejuiciada, hoy se puede hablar de un proyecto fallido que ilustra muy bien una de las realidades incómodas de la arquitectura de nuestros días.




La arquitectura es un arte visual antes que de reflexión, concretamente de belleza visual, donde las promesas —visuales— han terminado por nublar nuestro juicio (siempre ha sido así y continuará de la misma manera, tampoco hay que lacerarse). La novedad, en progresiva y agresiva evolución, es el acceso generalizado a los medios capaces de producir cada vez mejores anticipaciones. Cualquiera con conocimientos en ciertas aplicaciones puede conseguir desde su ordenador una representación virtual perfecta de un proyecto arquitectónico. Algunos se preguntan si el verbo a conjugar es poder o deber.


Pues sí, se debe: ¿por qué renunciar a una herramienta de semejante capacidad? Lo que debería instaurarse en paralelo con su empleo es el sentido crítico para interpretarlo, decodificarlo y asimilarlo a nuestro mundo tóxico, inevitable y contingente. Es decir, proceder del mismo modo que cuando miramos una revista de moda con modelos imposibles, vemos anuncios de yogures con bífidus mágicos o compramos un billete de avión a Tokyo por 10 euros sabiendo que los otros 990 están en las tasas.

Espontáneo indignado: La pregunta, queridos miembros de reconocido prestigio que saturáis los jurados de los concursos, es por qué (cojones) siempre os quedáis extasiados delante de maravillas inverosímiles que sólo están al alcance de un stararchitect (ojo, no por capacidad, sino porque los financiadores se enternecen más con ellos. Es decir, que si ellos dibujan un voladizo de 20 metros, lo construyen, pero si lo dibujas tú, terminará con 5 pilares intermedios).




Ya lo dijo Federico Soriano: “Quien se arriesga en los concursos es el jurado. Quien sale juzgado del concurso es el propio jurado.”

El Monumento a las víctimas de los atentados del 11 de Marzo en Madrid es un ejemplo perfecto de esta reflexión. La poética propuesta del concurso justificaba plenamente el primer premio, era un proyecto apabullante; el resultado construido roza lo mediocre. Materializar lo del concurso está a la altura de muy pocos, pero construir el actual monumento no requiere brillantez.

Espontáneo indignado: La pregunta, queridos miembros de reconocido prestigio que saturáis los jurados de los concursos, es si habríais premiado un proyecto que representara fidedignamente el resultado final.

La respuesta es NO.




La linterna ya no es el cuerpo blando, alegórico, de los dibujos del concurso sino un vulgar cilindro. Y un cilindro sólo es vulgar cuando previamente se rechaza por otra “forma libre, […] irregular”. Tampoco es la presencia evanescente, mágica, de los dibujos del concurso sino una masa sólida y contundente. Y sucia. ¿Será por ello que la incidencia de la luz en el interior no produce esos dramáticos degradados que tanto nos gustaban en las infografías?

De quién es la responsabilidad, esa es la clave. Los arquitectos no pueden obviar unas técnicas que mejoran su trabajo, es como pedirle al médico que prescinda del TAC. El empleo de estas herramientas posibilita una arquitectura que de otra manera sería inalcanzable y, de hecho, los dibujos premiados de este concurso merecen ser recordados como una figuración importante. Sin embargo debe existir alguien con criterio para evaluar estos nuevos registros visuales de manera sensata, alguien capaz de traducir la voluntad a realidad.

La arquitectura no es sólo intención.



miércoles, 28 de septiembre de 2011

Océanos azules

Texto: G.Wyman. Fotos: Laszlo E.




 

"The job of the architect today is to create beautiful buildings. That's all."
Philip Johnson.


La cita anterior es del año 1965 pero sirve para definir la arquitectura de hoy. En realidad se puede aplicar a toda la arquitectura construida desde entonces… y, bien mirado, incluso a la construida anteriormente.

Admitámoslo, la arquitectura consiste en hacer el jogo bonito.

Hay quienes opinan que los arquitectos deberían avergonzarse por ello, que tal afirmación destapa la frivolidad de la disciplina, pero están equivocados. La aspiración de la arquitectura es la belleza y, por si no les basta con la cita inicial, aquí lo dice alguien tan autorizado como Iñaki Ábalos: "Nadie se atreve a hablar de su propia práctica en términos de belleza" pero "es que [la arquitectura] va de belleza. Nuestro oficio va sobre todo de eso."

Ya está bien de recurrir a argumentos de dudosa objetividad para maquillar decisiones que sólo tienen una explicación. Y cuanto antes recuperemos el control sobre ese terreno en el que nadie más tiene competencias, antes delimitaremos nuestro ámbito de actividad.

 

miércoles, 21 de septiembre de 2011

¿Quién es quién? (II)

Foto: Laszlo E.







Al igual que en nuestro anterior artículo, os preguntamos ¿de qué edificio se trata?



miércoles, 14 de septiembre de 2011

El enemigo en casa

Texto: G.Wyman





Siempre resulta extraño encontrarse edificios de tu barrio fotografiados en la prensa.

La semana pasada me crucé con esta foto, hojeando una revista en la espera de urgencias, mientras a mi hermano le extraían una espina de la garganta (ya se sabe las malas pasadas que puede jugarte el sushi de anguila). Había recurrido al montón de periódicos sobre la mesa cuando de pronto llegué al reportaje: El enemigo en casa.

No me interesan demasiado los coches, acabo de comprarme uno y todavía estoy aburrido de tantas comparativas como he tenido que leer. ¡Además ni siquiera me gusta conducir! sin embargo me detuve en el artículo sorprendido por el aprovechamiento publicitario que hacía de este edificio que conozco, utilizado como fondo en una fotografía a doble página de un anuncio de vehículos.

Tal vez lo más incómodo sea la burda apropiación que se hace de la imagen cruda del edificio. Si tan sólo se hubiera introducido un toque distintivo, un tratamiento gráfico para dar a entender que se emplea como referencia; yo qué sé, una especie de personalización, de guiño para el anuncio. Algo… por pura asepsia.

¿Puede hacerse un uso lucrativo del trabajo de un arquitecto para vender tu propio producto?, porque la elección del fondo es completamente intencionada. ¿Tienen los arquitectos derechos de autor? ¿Quieren tenerlos?

Y el título, cómo lo hemos de interpretar ¿por casualidad diagramó el artículo otro arquitecto? El caso es que la extracción de una espina no da para muchas reflexiones, es rápida y sencilla; apenas había profundizado un poco más cuando mi hermano salió recuperado. Tanto que incluso pudo conducir de vuelta a casa, lo cual agradecí, porque me produce cierto respeto llevar el coche por mi daltonismo.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Lo llaman realidad

Texto: G.Wyman. Fotos: Laszlo E.



pincha sobre la imagen para ampliarla




Uno se preocupa por construir una obra esencial, puro fundamento, no referencial y, digámoslo de una vez, solipsista.

Para ello escoge la forma de la abstracción: el rectángulo.

Y recurre a los elementos clásicos para darle materialidad: Agua, fuego y cielo.

Y entonces se presenta una menudencia, un diminuto detector asomando la cabeza, nada, una virgulilla, y todo el alzamiento se derrumba.

Lo llaman realidad.

viernes, 2 de septiembre de 2011

Edificio Capitol

Texto: G.Wyman. Fotos: Laszlo E.





Un mito madrileño: el Edificio Capitol (o Carrión) de Luis M. Feduchi con el cartel luminoso de Schweppes.


Aunque los arquitectos sólo perciben una pieza maestra sin letrero…

   Aunque el público sólo ve un rótulo sin reparar en el edificio que lo sostiene…

      Todos nos recreamos con la estampa: NY en Madrid.


Pero el cartel plano y la fachada curva, asociados por una réplica imperfecta, ¿se desprecian o se complementan?

martes, 30 de agosto de 2011

¿Eco?bulevar

Texto: G.Wyman. Fotos: Laszlo E.



 
Siete años han pasado desde la construcción del ecobulevar en Vallecas, un instant classic de nuestro panorama local. Suficiente tiempo para revisar el proyecto y medir la conquista de sus objetivos.


Evolución de un criterio
En el año 2004 el discurso de la sostenibilidad ya estaba bien desarrollado, pero todavía le faltaba el reconocimiento en el panorama nacional que precisamente le proporcionó este proyecto. Mientras tanto, lo ecológico tampoco había sufrido la deriva y banalización a la que ha sido sometido desde entonces (dudoso mérito que no puede atribuirse tanto a este ecobulevar, como a las lecturas perversas que ha originado).

Con Rem Koolhaas a la cabeza del devenir de la arquitectura desde finales de los 80, los holandeses ya flirteaban con los temas ecológicos durante la década de los 90 en ejercicios como el Pabellón de Holanda en la Expo de Hannover (MVRDV), un proyecto con ciertos paralelismos con el que ahora analizamos en cuanto al despliegue de gadgets climáticos. Sin embargo las intenciones que se manejaban no eran todavía de reivindicación, sino de crítica a la visión nostálgica de la naturaleza, proponiendo la necesidad de incorporarla mezclada con la tecnología. Se trataba del proto-discurso de lo que devendría en mantra unos años después.



Estado actual
La propuesta tiene por objeto el acondicionamiento bioclimático del Bulevar principal del Ensanche de Vallecas’ de la memoria del proyecto.

El acondicionamiento bioclimático del Bulevar no se ha conseguido. Hoy luce como un desierto urbano donde se blanquean los huesos de los tres cadáveres cilíndricos. La vegetación ha muerto, los pulverizadores no pulverizan, y los sensores no sienten… Tan sólo quedan en funcionamiento las hamacas, tecnología prehistórica y tal vez por eso intemporal.

Esta es la postal que se llevan los incesantes turistas que llegan atraídos por su todavía efervescente ruido mediático y dedican unos minutos a fotografiar su decadencia.


Se trata de una experiencia innovadora de diseño urbano que pretende mejorar el confort ambiental, promover el intercambio social y ser más sostenible que los modelos convencionales de la ciudad’ de la memoria del proyecto.

El ambiente vital de agradable comunidad queda reducido a las esporádicas pandillas que ocasionalmente se encuentran allí. Ni siquiera triunfaron como punto de reunión de las juntas de propietarios de los edificios vecinos, y los niños de estas comunidades eligen quedarse jugando en los espacios comunes sin acondicionar de sus bloques antes que salir al entorno de estos árboles.

Es arriesgado pretender plantear alternativas a modelos urbanos convencionales sin identificarlos bien. Es de suponer que se refieren a los diseños de crecimiento y ensanche de las últimas décadas, pero es que dicha alternativa ya existe: los centros históricos, salpicados de pequeños comercios, bares y viviendas, con su animada vida callejera que ya señalaran desde los años 60 investigadores como Jane Jacobs.




Árboles climáticos
Aunque en el momento deslumbraron por su apuesta ecológica, hoy no representan más que el cliché de lo que supone un planteamiento errado de la sostenibilidad (o peor: un uso interesado de la misma). Siete años después podemos ver con claridad que estamos ante el paradigma del artilugio, una colección de supuestos chismes climáticos (sensores, pulverizadores, paneles fotovoltaicos, toberas, filtros y, por supuesto, vegetación) que en esencia no sirven para nada, más que como soporte de una idea. Y una vez deteriorados ni siquiera eso.

¿Es esto suficiente para una propuesta eco? No.

Pero en aquel momento lo fue: suficiente y necesario. De manera crítica y objetiva se debe reconocer el mérito histórico del proyecto pero también dudar de su valor efectivo actual, como con el modelo atómico de Dalton.




Quedémonos con la revelación formal que supuso este ecobulevar, algo increíblemente novedoso, original, diferente; especialmente en su fisonomía, pero no sólo, también en el conjunto del discurso conceptual. Una apuesta de concurso atractiva y valiosa, cuyo verdadero mérito supuso una ejecución y un resultado final que no perdían la frescura de la propuesta teórica. Este proyecto lanzó al estrellato nacional, de forma merecida, a unos jóvenes arquitectos que después han mantenido la misma fórmula sin variación: discurso de compromiso ecológico y social —a la vanguardia de la investigación y las propuestas— pero cierta desidia con el producto final, que es más tratado como residuo del proceso teórico que como objetivo donde cristaliza el discurso.

Reclamemos, consecuentemente, el mismo fundamento en el objeto construido.


martes, 5 de julio de 2011

¿Quién es quién?

Texto: G.Wyman



Afirmar que la historia de la arquitectura es realmente la historia de la arquitectura publicitada no es una novedad.

La consolidación de internet como medio de comunicación global ha incidido todavía más en esa tendencia. Todos conocemos este o aquel edificio, pero ¿quién ha estado dentro de él? Con más de 10 post diarios en los incontables blogs de novedades de la disciplina, tenemos acceso en unas horas a más edificios de los que podríamos visitar en una vida entera; y todo ello comiendo palomitas sentados en el sillón… la oferta es irresistible.

En el camino se pierden los matices proporcionados por la realidad física de la obra, todo el filón fenomenológico (que no por otro motivo es un planteamiento minoritario en la actualidad frente a otros más abstractos, independientes del producto final). Mientras que lo que de verdad sucede es que se ha transformado esa realidad de la obra, según la famosa afirmación ‘el medio es el mensaje’.

Sin embargo, no es éste un post de lamento por la pureza perdida, ni de geronto-argumentos del tipo “en mis tiempos sí se conocía la verdad”. Simplemente trata de constatar que la percepción de la arquitectura ahora es diferente y lo que es más importante, es mediada. Es decir, conocida a través de un intermediario entre la realidad y el espectador: Alguien nos la cuenta. Ya no conocemos la arquitectura de mano de su autor sino de quien nos la suministra. Y si en otro tiempo un autor podía ejercer cierto control sobre lo que se publicaba de su obra, hoy es tal la incidencia de mediadores (fotógrafos, comentaristas, editores, diseñadores, diagramadores, revistas, fancines, libros, webs, blogs…), que el propio autor desconoce más de la mitad del material que se publica sobre su trabajo.

Ahí es donde quiere llegar el post: Las imágenes icónicas que guardamos de los edificios ¿son realmente resultado del arquitecto? Y más aún ¿merecen representar al edificio?

Propongamos el sencillo ejercicio de mostrar otras fotografías, no oficiales pero sí reales, de edificios conocidos. ¿Sería posible adivinar de qué obra se trata?

Para empezar, un ejemplo fácil: la foto que ilustraba nuestro primer post.

lunes, 27 de junio de 2011

Indignados

Texto: G.Wyman. Fotos: Laszlo E.


La cara oculta de la arquitectura


Indignados por este clima de pereza crítica y resignación conformista.

Nos sentamos delante de la pantalla y le damos a la ruedecita del ratón viendo pasar fotos, algún dibujo, otra vez fotos… proyectos, más proyectos y todavía más proyectos; empezamos a leer (en diagonal) un texto pero lo abandonamos en el segundo párrafo. Asistimos a la realidad anestesiados por la repetición, carentes de juicio, sin cuestionarnos lo que miramos.

Indignados por el servicio que ofrecen los medios consolidados de difusión de la arquitectura: Alta cocina presentada en bandeja de plata, pero carente de sabor en nuestras papilas. Fotos sin mácula, textos sin crítica y arquitectura sin realidad.

¿Hemos perdido la capacidad de juicio, alienados por el exceso de información? No.

De eso va este blog: De hablar de arquitectura, de verla de otra manera. De opinar, de salpicarse.

Fotos reales y opiniones reales para una arquitectura real. Ya.