Texto: G.Wyman. Fotos: Laszlo E.
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Uno se preocupa por construir una obra esencial, puro fundamento, no referencial y, digámoslo de una vez, solipsista.
Para ello escoge la forma de la abstracción: el rectángulo.
Y recurre a los elementos clásicos para darle materialidad: Agua, fuego y cielo.
Y entonces se presenta una menudencia, un diminuto detector asomando la cabeza, nada, una virgulilla, y todo el alzamiento se derrumba.
Lo llaman realidad.
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