viernes, 3 de febrero de 2012

Juego de Tron(era)s

Texto: G.Wyman. Fotos: Laszlo E.
 


Afrontémoslo, empezamos a prestar atención a este proyecto sólo cuando se desató la polémica con la propuesta original y se la retiramos tan pronto desapareció. Sin embargo, recientemente ha regresado a la actualidad por la cantidad desproporcionada de premios recibidos, reclamando para sí un capítulo grotesco en el Juego de Tronos de nuestra tierra mítica, la arquitectura.

Ha sido inobjetable la capacidad de sus autores para transmutar una realidad definitivamente mediana en acontecimiento, pero más insólita todavía ha sido la loa unánime desatada por este traje transparente. Con mención especial —por colársela a toda la profesión— a la desacralización y el barniz democrático con que han teñido un encargo del todo elitista (400 € la habitación, 700 € la suite y 140 € el cubierto), mucho más exclusivo que las banalidades con las que Joaquín Torres se arrastra por todos los realities y sobremesas rosas… y eso sin cosechar su escarnio.

Pero el puesto de honor en este cuadro está reservado a la acogida lograda para un ejercicio indiferente, que empezó con un traspié y terminó dado la vuelta; rehabilitado frente al juicio severo que se suele reservar a todo resultado enfrentado a sus propias premisas. En este caso el proyecto original —tumbado por las comisiones de patrimonio devotas del inmovilismo urbano— estableció el rasero por el que iba a ser juzgado el proyecto en adelante.



En favor de los autores puede hablarse de modestia y astucia al adaptar el proyecto (si bien cierta sinestesia traicionera lo manifiesta como el capitán que abandona el naufragio dejándonos dentro). La propuesta original representaba una convincente estrategia de intervención en la ciudad histórica: sin resultar agresiva con el lugar, la Plaza de San Mateo; construida con sus mismos elementos, masa, huecos, sombras y tan sólo con un lenguaje de su tiempo —no tendría sentido otra cosa—. Para nuestro particular imaginario mitómano incluso mejoraba la fachada de León, dotándola de verdaderos argumentos más allá del alarde expresivo, puesto que en Cáceres de verdad cobraban sentido las troneras excavadas en la masa.



Ese rasero antes mencionado y una mayor sintonía con la primera propuesta nos ha supuesto escribir esta crónica a la contra, sin la merecida presunción de inocencia hacia el resultado final… Así que, como debe hacerse siempre que se enfanga un artículo, decidimos ventilar las ideas leyendo literatura de verdad: la crónica del Marca del último partido (acompañados de sendos cafés y buñuelos, nobleza obliga en semejante ambiente; 11 eurazos, por cierto).


…jugar el partido con un suplente de delantero centro porque la estrella está sancionada. El reserva es un viejo jugador del equipo que tuvo tiempos mejores, cuando no se llevaban los astros engominados y con un pendiente de brillante en la oreja, pero tantos años en el banquillo le han vuelto timorato. No se atreve a las filigranas del titular, lo hace todo pendiente de la grada, de su aprobación. El sustituto no quiere desentonar, su principal objetivo no es jugar bien, es no jugar mal. No cagarla.

Pero he aquí que el suplente nos descubre otra forma de participar: suave, correcta, fina, sin estridencias. Resolutiva. Un delantero dócil en el campo; un jugador educado que no se enfrenta al entrenador, que no reclama al árbitro, que no se tira. Que marca goles… No golazos.



La estrella crea la jugada entera, se la inventa de la nada, no requiere de otra fórmula que su genio. El suplente necesita al resto del equipo, a la estrategia del entrenador, el estado del campo, el despiste del árbitro y los linieres y el apoyo de los hinchas para conseguir una efectividad similar… aunque su desempeño nunca será igual.

Se puede ganar con el suplente, sí. Y sin embargo mañana regresará la estrella para quedarse el resto de la liga y volveremos a vibrar con su fútbol espectacular, su garra, sus florituras y nos olvidaremos del viejo reserva. Pero sin su concurso no se hubiera ganado la liga; el entrenador lo sabe y cuando todos bañen en champán al ídolo, él se acercará discretamente al viejo y le palmeará en la espalda, diciéndole al oído: Jugaste bien.




Ya es casi un eslogan que la arquitectura del consenso produce resultados mediocres. Y la terrible lección de este proyecto es que, para el público, la arquitectura se restringe a la fachada, no obstante los problemas terminaron en el mismo momento en que fue restituida.

Pero, ¿los problemas para quién?



3 comentarios:

  1. Después de todo el revuelo montado en su momento, este edificio ha conseguido una gran ovación por parte de crítica y público, es un consuelo pensar que aún existen voces críticas.

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  2. Para los menos duchos en arquitectura... ¿de qué edificio hablas?

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  3. Se trata del Relais & Châteaux y Restaurante Atrio en Cáceres.

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